'¡Chicles, chocolates, churros!': Vendedores ambulantes se apoderan del Metro... de Nueva York

No, no es el Metro de la Ciudad de México... ni tampoco el de otro país latinoamericano. La crisis migratoria en la Gran Manzana ha provocado que muchos migrantes tengan que vender en los pasillos del Metro de Nueva York. Desde ducles y collares, hasta churros y coteles de fruta, muchos de ellos han tenido que sobrevivir vendiendo todo tipo de productos a los millones de usuarios que usan el complicado sistema de trenes y buses de una de las ciudades más grandes de Estados Unidos.

Esta semana se hizo viral un video donde dos mujeres están vendiendo churros y cocteles de fruta en los pasillos de la estación Avenida Roosevelt–Calle 74 de la Línea E del Subway, en el distrito de Queens. La vendedora ambulante grita abiertamente en español "¡Mango, Sandías [...] Mango, Mango.Mango!" pelando las frutas mientras los pasajeros tratan de ingresar al anden del tren.

Esta escena se está replicando en varias de las estaciones del Metro de Nueva York. A muchos de los casi 50 mil migrantes que han llegado a la ciudad de Nueva York en los últimos meses hasta ahora, durante la crisis de solicitudes de asilo, se les ve a menudo luchando por ganar dinero con sus hijos pequeños a cuestas.

“Chicles, chocolates, galletas”, son los gritos que se escuchan de las vendedoras con cajitas llenas de chicles, M&M's y Oreo's a unos dos dólares (unos 33 pesos mexicanos).

"Los empleos (de jornalera o de limpieza) allí no son suficientes, uno o dos días de trabajo en una semana entera", dijo una migrante ecuatoriana, que no dio su nombre, que llegó a Nueva York desde Piedras Negras (Coahuila) en entrevista con la revista The City en mayo pasado. "No se puede sobrevivir en este país con dos días de trabajo [...] "Aquí en el metro, tal vez pueda ganar algo de dinero".

De acuerdo con datos de la alcaldía, más de 67 mil solicitantes de asilo han llegado a la ciudad de Nueva York desde el año pasado, la mayoría procedentes de países de América Central y del Sur. Algunos de ellos son migrantes enviados en autobuses a la terminal de autobuses de la Autoridad Portuaria en Midtown por el gobernador de Texas, Greg Abbott.

Nataly, otra migrante ecuatoriana, vende también en el Metro de Nueva York, pero en la estación de Times Square. En entrevista con The New York Post, dijo que buscaba hubir del país que últimamente ha estado azotado por la violencia, pero hasta ahora ha sido una lucha para sobrevivir en la Gran Manzana.

“Si no vendo churros, mis hijos no tendrán qué comer [...] (Mi esposo) me abandonó cuando yo tenía ocho meses de embarazo y con solo un dólar. Necesito pelear. Mis hijos me necesitan", dijo mientras cargaba a su bebé en la espalda.

Ella compra un lote de 100 churros por 45 dólares (unos 755 pesos mexicanos) y los revenda a dos dólares cada uno. Llega a ganar hasta 115 dólares (unos mil 930 pesos mexicanos), que se destina a comida para su tres hijos y churros para el día siguiente. Aunque no ha sido detenida por ser vendedora ambulante, sí ha sufrido robos en su puesto y los policías le han tirado su mercancía.

Las estaciones del Subway de Nueva York han sido durante mucho tiempo un atractivo para los migrantes que venden comida en el metro sin autorización, una práctica prohibida por las Reglas de Conducta de Tránsito de la Ciudad de Nueva York. Pero con la llegada masiva de migrantes, se ha extendido a lo largo del complejo sistema de rutas del Metro.

“El metro es el último recurso para mucha gente debido a sus circunstancias”, dijo Hildalyn Colón, subdirectora de New ImmigrantCommunityEmpowerment, una organización con sede en Queens que brinda capacitación laboral y otro tipo de ayuda a migrantes en entrevista a The City. “Puede que sean personas que nunca califican para recibir asilo, pero lo que verán en común es que todos tienen que alimentar a sus familias. No es necesario hacer una gran inversión, compras un paquete de dulces y lo vendes".

La policía de Nueva York saca a los vendedores de las estaciones del Metro, solo para que los vendedores regresaran en cuestión de minutos. El exceso de competencia ahora también ha afectado a los vendedores, quienes también ya empieza a no tener ingresos.

“Antes éramos pocos”, dijo María Toapan, de 41 años, una ecuatoriana que dice que lleva cuatro años vendiendo churros y frutas en el metro a The City. “Ahora toda esta estación está llena".

Colón afirmó que es probable que los inmigrantes sigan recurriendo al metro como lugar para ganar dinero ante la falta de empleos bien remunerados y la regularización de su estatus migratorio.